Hay una pregunta de reflexión que puede generarnos muchas sorpresas: ¿cómo me quedo cuando mi bondad es pisoteada por otras actitudes agresivas?
La frustración por no haber conseguido algo importante para mí, mientras que es el otro el que lo ha conseguido, pasándome por la derecha, es una sensación de lo más negativa y que nos deja con un trasfondo reactivo.
El uso de la palabra malicia y no el de maldad es totalmente intencionado y para nada casual. Los matices entre ambos conceptos abren un mundo de exploración, que nos permitirán visualizar con mayor nitidez cómo quiero posicionarme ante mis retos y necesidades.
Otra pregunta para la reflexión sería: ¿Cuántas expectativas tengo puestas en lo que me debería aportar mi actitud bondadosa?
Sin duda, el planteamiento no nos dejará indiferentes…