Al explorar el delicado mundo de las expectativas y de los riesgos que suelen comportar, nos planteamos otras estrategias que sean capaces de movilizar y motivar a nuestros recursos (energía, inversión, conocimientos, etc.). Algunos de estos motores son obligatorios, como pueden ser las obligaciones profesionales, sin que nos planteemos demasiadas reflexiones para ejecutarlas.

Pero si atendemos a las inquietudes que podemos tener a lo largo de nuestra vida, puede resultar trascendental estructurarlas en torno a un concepto que nos genere estabilidad y plenitud sostenible. La cultura de moverse por objetivos es muy habitual, pero puede tener (y tiene) efectos secundarios. Un ejemplo de ello son los deportistas olímpicos, que se enfrentan al abismo del vacío cuando finalizan sus trayectorias. Simplemente ya no hay objetivos y, por tanto, todo se desmorona.

Resulta, por tanto, muy interesante buscar una estructura que nos facilite el desarrollo profesional de manera sostenible, estable y con altas dosis de plenitud y no tantas de picos de dopamina, con las correspondientes bajadas tras el logro de los objetivos conseguidos. Cuando tenemos un centro que nos ayude a navegar a lo largo de nuestras trayectorias, todo es más consistente y, por tanto, menos volátil, disperso y tormentoso.

En el próximo Encuentro, abordaremos a la intención como estrategia para gestionar a nuestras inquietudes y a nuestros recursos, de manera estable y sostenible.